Breathing in Orient
Breathing in Orient
En un día alegre, cuando los rayos del sol calientan la tierra aún húmeda, una casa despierta. Alrededor brillan bosques, troncos centenarios, flores, rocío. Dentro se mueven pasos ligeros, aroma de incienso y una sonrisa ilumina la sombra.
En silencio la luz roza las vetas de una mesa, una cerámica antigua, el cuero oscuro e intenso de un sillón de líneas esenciales y elegantes.
Cada ambiente, cada detalle, desde la librería del gran salón hasta las finas estrías de un armario en la zona de noche, participa de la misma contenida maravilla.
Y el espacio que acoge el tiempo y lo protege, y la mente que saborea la riqueza de este encuentro, e infunde equilibrio y conciencia. Junto a una inmensa cristalera crece un pequeño árbol.
Su perfil es un arabesco y el verde de las hojas en las ramas delgadas es una invitación a sentir fluir la savia de las estaciones. Allí donde el hombre crea con calma, eliminando lo superfluo, simplificando las líneas y respetando la voz de cada materia, allí es donde la naturaleza es amiga.
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